El horario laboral del joven Hugo Raúl Biazzo, guardia de prevención de la Superintendencia de Seguridad Federal, ya había terminado.
Era invierno, 2 de julio de 1976.
El policía, de 25 años, había pasado toda la mañana custodiando el ingreso del edificio, ubicado en Moreno 1417.
Ya se estaba marchando cuando uno de sus compañeros, que acababa de reemplazarlo en la guardia del portón, lo frenó: “Gordo, ¿me aguantás que voy al baño?”.
“Sí, andá”, respondió él.
No tenía forma de saber que, de haberse negado, su suerte habría sido otra..